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¡Un viernes negro de verdad!

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Por si te encantan los chollos: un artículo gratis para el Black Friday.

Qué menos que regalarte un poco de tiempo contándote una historia real. 

Mi amigo Juan vive en un pequeño pueblo de no más de 3.000 habitantes en la provincia de León. Él es comerciante y no hace Black Friday ¿Por qué? Pues porque no le hace falta. 

Como muchos comerciantes él tiene una historia: un día puso una gasolinera, porque por su pueblo pasaba una nacional y muchos camiones. El estado construyó una autopista y nadie pasó más por allí, ni camiones, ni gente.  

Entonces mi amigo decidió poner una ferretería y droguería en el pueblo y todos los habitantes le compran. Todos los que necesitan algo, claro.  

Él vive cerca y en ocasiones le llaman por teléfono, o le pican al timbre de su casa para pedirle algo que necesitan; yo he estado presente en muchas de estas ocasiones. Él, lejos de molestarse o enfadarse, les dice amablemente que le den unos minutos. Que se acerca para abrir la tienda y les da sus tornillos.

Este gesto es de vecino más que de comerciante, pero él sabe que sus vecinos son sus clientes, y que vive gracias a todos los que necesitan los objetos que el abastece en el pueblo. 

¿Qué sería de mi amigo Juan si todos comprasen sus artículos por internet a los más grandes del planeta?

Que Juan no existiría, y que cuando alguien necesitara algo, él no estaría allí porque su negocio ya no sería rentable y no podría vivir de ello. 

Esto mismo nos pasa en las ciudades, más grandes o menos grandes.  

Hoy parece que tenemos una competición por ver quién compra el chollo más grande del año, y nos encanta vacilar con nuestros familiares y amigos del súper chollo que compramos, y de cuánto nos ahorramos, sea a costa de quien sea.  Es lícito, yo también lo hago y no digo que esté mal comprar algún chollo o lo más barato que me permitan, aunque hay un gran PERO.  

¿Qué pasa con los miles de pequeños negocios de nuestros pueblos, barrios y ciudades?

Son miles o millones de personas las que viven de pequeños negocios, y digo pequeños a la vista de los grandes, porque para ellos es su vida, su sustento y el de su familia, y seguro que es el negocio más grande de su vida.  

Para una súper empresa, hacer un descuento absurdo es estratégicamente lógico: si yo voy a vender un millón de unidades de un producto, ganando solo 5€ estaría ganando 5 millones. Waoooh, es mucho dinero, mucha inversión y mucho descuento. Tengo claro que estos números se repiten en miles de productos y de grandes multinacionales que solo desean que compremos y compremos.  

¿Y si pudiéramos equilibrar?

Como ya te he dicho, a mí también me gustan los chollos. Soy igual que todos, pero cada día soy más consciente de lo que compro y sobre todo a quién.  Me importa que a mis vecinos les vaya bien, que los barrios tengan vida, que no le faltemos al respeto a los comerciantes pidiendo precios que les hacen perder dinero.  

En ocasiones veo particulares que venden sus objetos de valor en páginas web. Muchos de ellos piden que por favor no les marees, que lo que están vendiendo tiene un valor y que si no lo vas a comprar, no les hagas perder el tiempo. Yo me pregunto... eso mismo que pedimos a nivel particular, y no nos gusta nada cuando alguien quiere rebajarnos el precio del coche que vendemos, o del reloj que ya no usamos ¿Lo podemos aplicar a nuestro consumo diario?  

A todos nos gustan los chollos, pero también nos debe empezar a preocupar la vida de los que tenemos cerca, consumir a los pequeños en estos momentos tan delicados marca la diferencia. Si el 50% del dinero que se gasta en este país fuera para estos comercios y empresas, todo sería más sostenible, y todos tendríamos un país del que vacilar.

Pero en nuestro interior el placer de comprar barato, esa droga y subidón de conseguir el chollo del siglo, sigue lastrando a una sociedad de consumo irresponsable e irrespetuosa.  

Por eso proyectos como el nuestro, Wappetea, en el que muy pocos creen porque no tenemos el mejor precio, solo tenemos pequeños negocios con la ilusión de vender algún producto online y ganar lo mismo que cuando lo recomiendan en su peluquería ¿Son proyectos con futuro? Sí, si nuestra comunidad responde y respeta al que le da servicio, le atiende y le da un poco de conversación y un buen producto. Esos comerciantes que no te engañan, y que si tienes un problema los puedes llamar y ellos te ayudan con lo que sea que le hallas comprado. 

Tú eliges, eso está claro. Nosotros no somos nadie para decirte dónde tienes que comprar. Pero sí podemos difundir nuestros valores y los de nuestra gente. Y eso es lo que hacemos para decirte que ni mi amigo Juan, ni la peluquería de tu barrio pueden hacer un descuento tan exagerado que se llame “Black Friday”, pero sí pueden darte su tiempo para explicarte cuando lo necesitas. Y cuando te los encuentres por la calle, los dos podréis cruzar un saludo y una sonrisa, porque hay cosas que no tienen precio.  

Por cierto, en inglés será muy chulo en nombre, pero “viernes negro”, en nuestro idioma, suena a lo que es: una película de miedo.  

¿Qué opinas de esto? ¿Te importa? O ¿Te da igual? ¡Deja un comentario y hablemos de ello!

Gracias por leerme.

Fernando Suarz
CEO de Wappetea.com

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